Julio Raudales: recuperación de Honduras dependerá de las políticas públicas

Crecimiento con equidad

Por: Julio Raudales

Suena bonito el “slogan” ¿pero qué imagen le entrega a usted?

En su discurso durante la ceremonia de entrega del “Crédito Solidario”, el Presidente se refirió al tema en una improvisada intervención, afirmando que “se debe aumentar el ingreso nacional y al mismo tiempo, procurar que ese aumento no se reparta simplemente por las leyes del mercado; que el fruto de esto no sea que unos pocos se enriquezcan y que los pobres esperen que les chorree lo que les sobra a los ricos, sino que se distribuya todo con equidad. Eso es lo que estamos tratando de hacer”.

Pero ¿cómo hacerlo?, ¡ese es el gran problema! Porque en Honduras hemos hecho esfuerzos como los que mencionó el Presidente, desde hace ya bastantes años: “Bono Solidario”, “Bono  Diez Mil” y muchos más, son ejemplos de programas sociales ensayados en distintas administraciones, sin resultados efectivos para combatir la pobreza que sigue creciendo para desgracia de muchas familias.

El concepto “efecto derrame” -desafortunada traducción del  “trickle down effect” del crecimiento- absolutamente nada tiene que ver con “lo que les sobra a los ricos”; si fuera así, bastaría con achicar sus bolsillos para enriquecer a los pobres ¡Qué problemas tienen los economistas con tratar de usar un lenguaje sencillo para referirse a temas complicados, pues las imágenes distorsionadas de esas palabras son atroces! Quizás por ello a muchos colegas les gusta “hablar difícil”.

Es cierto que Honduras cae dentro de la infame calificación de país muy inequitativo; que somos, de acuerdo a estudios, uno de los cinco países con peor distribución de ingreso en Latinoamérica. Para ponerlo de manera sencilla, si en Honduras vivieran solo mil familias y la suma del ingreso de todas ellas en un año fuera mil dólares, 600 de estas familias tendrían que repartirse apenas 140 dólares, mientras que solo 100 familias tendrían 650 dólares. Esto es realmente muy grave y definitivamente hay que hacer algo para revertirlo. Pregunto: ¿Cómo?

¡Y para rematar: Tampoco crecemos mucho! ¡Es necesario producir más! Otra vez pregunto: ¿Cómo?

Mi énfasis está puesto en lo que la ciencia económica y la experiencia muestran:
Primero, no se pueden infringir las leyes del mercado sin incurrir en costo. El cuerpo social, al igual que el cuerpo humano, tiene sus normales equilibrios y desequilibrios y ambos reaccionan a interferencias de cuerpos extraños y la manoseo, siendo indispensable que el manipulador “conozca” su funcionamiento para así evitar empeorar la situación.

Segundo, el dinero “bien ganado”, bien ganado es; la solidaridad natural del ser humano no es suficiente para mitigar el sufrimiento de los mas pobres, por lo que el Estado tiene el deber de “obligarnos” a serlo con impuestos “equitativos”, que no afecten mayormente nuestros esfuerzos para trabajar, ahorrar e invertir, so pena de matar la “gallina de los huevos de oro”.

Tercero, la importancia de que los impuestos se usen para invertir en “capital humano” -especialmente en los niños-  esto propende a la mayor igualdad de oportunidades, lo cual permite que cada uno pueda vivir con sus medios cuando sea adulto, disminuyéndonos con ello la necesidad futura de tener que ser solidarios con una proporción tan alta de la población.

Cuarto, que un país crece porque sus familias se hacen más “ricas” en función de las facilidades y la libertad que su entorno social, económico y político le da para autodesarrollarse y rendir el máximo de sus potencialidades.

¡En fin!, que gran parte del reparto del pastel debe hacerse conforme a las leyes del mercado, siendo una “excepción a la regla” la ayuda y buenos proyectos y programas que benefician a los que por motivos históricos, políticos y otros explicados ampliamente en miles de diagnósticos realizados en universidades y centros de estudio, nacieron en condiciones de pobreza extrema.

Desconocer la importancia y la fuerza de las leyes del mercado con el propósito de que se distribuya “todo con equidad” encierra peligros reales para el desarrollo del país, quizás solo porque los agentes económicos no logren predecir que medidas tomará el gobierno para imponer su concepción de lo que es equitativo. Eso afecta las decisiones de inversión de los empresarios y también la voluntad y el deseo de los trabajadores de mejorar sus niveles de vida con su propio esfuerzo, superación y perseverancia.

Así que mucho ojo: una buena política social no es aquella más solidaria, sino la más inteligente.

Sociólogo, vicerrector de la UNAH, exministro de Planificación y Cooperación Externa, presidente del Colegio Hondureño de Economistas.

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