Trump dice que está cerca de un acuerdo para proteger
La oposición había anunciado un pacto a cambio de apoyar la seguridad fronteriza, aunque excluyendo el muro. La semana pasada Trump retiró la cobertura legal de los inmigrantes más jóvenes

Trump dice que está cerca de un acuerdo para proteger a ‘dreamers’

Los dreamers han perdido el control de su suerte. Donald Trump ha decidido utilizarlos como moneda de cambio para lograr que los demócratas apoyen con su voto un endurecimiento de la seguridad fronteriza.

La negociación, que ha devenido en las últimas horas en un vertiginoso tira y afloja de declaraciones, va por buen camino.

La oposición asegura que ha cerrado un principio de acuerdo y el presidente que el pacto anda cerca. Con la cuenta atrás en marcha, esos 800.000 inmigrantes que llegaron de niños a EEUU y sobre los que se cierne la sombra de la deportación, son ahora rehenes del juego político de Washington.

La confusión es un arma en manos de Trump. En menos de 12 horas, el presidente manejó el destino de 800.000 inmigrantes como si fuera una pelota de ping-pong. Primero recibió a los líderes demócratas en la Casa Blanca para abrir negociaciones; luego dejó que la oposición lanzará un comunicado anunciando un principio de acuerdo para regularizar a este colectivo, al amanecer lo desmintió en Twitter y al cabo de dos horas, antes de subir al avión que le debía llevar a Florida, afirmó que el “acuerdo estaba cerca”.

La cena de la confusión se había celebrado la víspera con el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, y su homóloga en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. No era ningún secreto que buscaban un acuerdo. La semana anterior, Trump y los demócratas sorprendieron al país cuando cerraron un pacto que permitió superar el bloqueo al límite de deuda federal. Ahora parecía repetirse la situación.

“Tuvimos una reunión muy productiva en la Casa Blanca con el presidente. La discusión se centró en el DACA [el programa que da cobertura legal a los dreamers] y en consolidar de forma rápida sus protecciones en una ley y en trabajar un paquete sobre seguridad fronteriza, que excluya el muro y sea aceptable para ambas partes”, señalaron los líderes demócratas en un comunicado al salir de la cena.

Nada dijo Trump, pese a que todos los medios recogían el principio de acuerdo. Pero luego, a las seis de la mañana disipó las esperanzas mediante una serie de tuits. Negaba que se hubiese cerrado pacto alguno. Y nuevamente, como ha hecho a menudo con los dreamers, volvía a declararles su apoyo. “Han estado en nuestro país por muchos años pese a que no cometieron ninguna falta sino que fueron traídos por sus padres a una edad temprana”, dijo en un tuit, que da pábulo a la tesis de que los dreamers son rehenes de la negociación del muro. «¿Quiere realmente alguien echar a estos buenos y educados jóvenes que tienen trabajo y están sirviendo en el ejército?», se preguntó retóricamente Trump, quien unos días antes les puso en el disparadero.

El intento de acuerdo no deja de ser una pirueta política que, como casi todo en Trump, se nutre de la paradoja. El martes pasado, Trump tocó uno de los momentos más bajos de su mandato cuando decidió liquidar el programa que daba cobertura legal a 800.000 dreamers. Aunque dio una prórroga de seis meses para que el Congreso hallase una solución, la decisión ofreció el lado más despiadado del presidente. El mismo que lució cuando indultó al exsheriff Joe Arpaio o mantuvo la equidistancia ante los neonazis de Charlottesville y sus víctimas.

Fue una concesión a su electorado ultra, pero que le ha situado en una zona peligrosa. En contra de la expulsión estan no solo las grandes compañías y las principales figuras de su partido, como el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, o el senador John McCain. También una mayoría de votantes republicanos, como indican las encuestas, son partidarios de regularizar a estos inmigrantes.

Este amplio apoyo no es ajeno a la penetración social de este colectivo. Formado por inmigrantes que entraron en EE UU con menos de 16 años y que viven permanentemente en el país desde 2007, los dreamers deben carecer de antecedentes y han de estar estudiando o tener el bachillerato acabado. A cambio se les otorgaba un permiso provisional que les permitía trabajar y conducir, así como acceder a la seguridad social y disponer de una tarjeta de crédito.

 Eliminado el programa que les otorgaba esta cobertura, el llamado DACA, se ha abierto para ellos el horizonte de la deportación. Un infierno para cientos de miles que jóvenes crecidos y educados en EEUU y que en muchas ocasiones ni siquiera conocen el idioma de su país natal.

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